En la sociedad y en el sistema educativo en el que hemos estado inmersas por lo general nadie ha dedicado tiempo a enseñarnos cómo relacionarnos. De adultos tampoco hemos dedicado tiempo a entender cómo nos relacionamos y cómo podemos hacerlo mejor. Ni siquiera dedicamos tiempo a aprender a relacionarnos con nosotros mismos, que es la base de todas las relaciones. Luego me sorprendo de que tengo problemas en mis relaciones.

La clave para mejorar nuestras relaciones es el autoconocimiento y trabajar sobre una misma para transformar aquello que nos hace relacionarnos de forma desequilibrada y dolorosa. El estado de una relación depende del estado emocional de las personas involucradas. No podemos pretender tener relaciones maduras, equilibradas y armoniosas si en nosotras mismas faltan madurez, equilibrio y armonía. Te voy a dar unas pinceladas de cómo cambiar tu forma de percibir y de reaccionar que espero que te ayuden a hacerte preguntas sobre ti misma, a conocerte mejor y a traer conciencia en tu día a día.

No puedes cambiar al otro pero sí te puedes cambiar a ti

Y a través de ese cambio en ti misma puedes cambiar la forma en la que te relacionas con el otro. Casi siempre tendemos a pensar que la responsabilidad de los problemas en las relaciones está fuera, que es la culpa del otro; pero, independientemente de cómo se comporten los demás, tú eres quien reacciona de una forma o de otra, tú tienes el poder de elegir cómo quieres reaccionar y comportarte. Observa cómo estás reaccionando. Elige si es así como quieres que siga siendo o si quieres que sea diferente. Ábrete a dejar ir lo que te hacía tomarte así esa situación. Ábrete a recibir una nueva forma de percibir y de sentir la realidad, porque siempre que nos liberamos y dejamos ir alguna creencia algo nuevo y mejor surge en su lugar.

Nadie tiene la razón

No existe la verdad absoluta, lo que cada uno cree es verdad para él, y siempre hay alguna razón para que cada uno de nosotros piense como piensa. Cuando nos relacionamos con alguien no se trata de cambiar al otro para que piense como yo. Sin embargo solemos estar obsesionadas por convencer a la otra persona, cuando realmente lo que hay que hacer es abrirnos de verdad a conocer el punto de vista del otro y estar dispuestas a ser flexibles con el nuestro.

Sé el observador y trae conciencia a tu vida

Para relacionarse bien es imprescindible ser conscientes en todo momento de cómo nos sentimos, de qué está pasando en nuestro interior, de qué creencias se están activando en cada momento. Tenemos que estar siempre atentas a cómo está reaccionando nuestro ego, a cuándo se está sintiendo atacado y herido, porque es ahí cuando surgen los problemas. Cuando detectes que esto está ocurriendo, obsérvate desde fuera: observa esa reacción dentro de ti, objetivamente, con neutralidad, sin dejarte arrastrar por el ego, sus emociones y sus pensamientos.

El mero hecho de traer la luz de tu conciencia a lo que estaba oculto en la oscuridad y observarlo sin juzgar es una herramienta poderosísima para la transformación. Esta técnica ayuda a no reaccionar y a no dejarse arrastrar por nuestras emociones. Ayuda a que no respondamos desde el miedo o la ira y que sean éstos los que hablen por nosotras. No se trata de no sentir, de bloquear nuestras emociones, sino de observar qué estamos sintiendo, qué emociones y pensamientos se están despertando en nosotras en cada momento. También es conveniente aplicar esta técnica para observar con distancia emocional el comportamiento de los demás. Con práctica, esta técnica traerá más claridad, madurez y equilibrio a tus relaciones.

Humanidad

Si recuerdo que todos somos más parecidos de lo que creemos y atravesamos experiencias parecidas, que estamos en el mismo barco, haciendo lo que podemos con lo que tenemos, será muy difícil que trate a alguien como si no existiera, como si su opinión fuera menos importante que la mía, como si la otra persona no tuviera sentimientos o como si yo estuviera en posesión de la verdad y la otra persona estuviera equivocada. No podré olvidar que el otro es un ser humano como yo, con los mismos derechos que yo (aunque a veces se comporte inconscientemente), que tiene problemas y preocupaciones muy parecidos a los míos, inseguridades parecidas a las mías, que también se siente vulnerable, que también tiene derecho a tener un mal día. Y también me ayuda a recordar que aunque a veces el otro se comporta inconscientemente, yo también en ocasiones hago lo mismo (nos es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro).

Muestra valoración

Es importante valorar y agradecer pero también expresarlo: a todos nos gusta que nos traten bien y que aprecien lo que hacemos o incluso lo que aportamos a una relación por el simple hecho de ser nosotros mismos. Hay mil cosas por las que puedes agradecer a tus compañeros de trabajo, a tus familiares, a tus amigos, a tu pareja, a la persona que te atiende cuando vas a comprar algo, al vecino, etc. Si tratas con amor a los demás también les ayudas a despertar el amor en ellos.

Como conclusión, si no quieres seguir repitiendo el tengo problemas en mis relaciones, trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Y si los demás no te tratan como tú a ellos, al menos tú tendrás la paz interior que surge de tener un comportamiento coherente con tus ideales, con tu forma de ver el mundo y con cómo te gustaría que fueran las relaciones entre las personas. Es la idea de esa famosa y acertadísima frase de Gandhi “sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.

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